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Camino de Ronda Vilanova – Sitges: calas del Garraf

El Camino de Ronda que une Vilanova i la Geltrú con Sitges es uno de esos paseos junto al mar que enamoran desde el primer paso.

El sendero sigue el litoral del Garraf, entre acantilados, calas escondidas y miradores naturales que regalan panorámicas inolvidables.

En apenas nueve kilómetros se concentra todo lo que un viajero busca: naturaleza, historia y la brisa mediterránea como compañera de viaje.

Índice
  1. Datos
  2. Mapa interactivo de la ruta
  3. Detalle de la ruta
  4. Descubre otras rutas

Datos

Nombre
Camino de Ronda Vilanova – Sitges: calas del Garraf
Tipo de ruta
Senderismo costero
Punto de inicio
Playa del Faro de Sant Cristòfol (Vilanova i la Geltrú)
Punto final
Paseo Marítimo de Sitges (iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla)
Duración aproximada
~2 horas 30 minutos (9 km)
Dificultad
Media – GR-92 bien señalizado, sin grandes desniveles (desnivel acumulado ±50 m)

Mapa interactivo de la ruta

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Inicio recomendado: Puerto de Vilanova i la Geltrú · Fin recomendado: Faro de Sant Cristòfol (Espai Far)

Detalle de la ruta

El Camino de Ronda entre Vilanova i la Geltrú y Sitges es de esos paseos que se recuerdan siempre. No solo porque conecta dos de las localidades más bonitas del Garraf, sino porque lo hace siguiendo un sendero pegado al mar, donde los acantilados, las calas escondidas y la vegetación mediterránea parecen conjurarse para regalar postales a cada paso.

El punto de partida está en la Playa del Faro de Sant Cristòfol, junto al Espai Far. Allí, mirando hacia Sitges, comienza el tramo del GR-92 que servirá de guía durante toda la ruta. Basta con seguir las marcas blancas y rojas para no perderse, ya que el camino discurre paralelo a la costa y siempre bajo la atenta mirada del tren que pasa por encima de túneles y viaductos excavados en la roca.

Playa del far de Sant Cristofol en Vilanova

Nada más dejar atrás Vilanova, se entra en el paraje natural de Els Colls – Miralpeix, un espacio agreste donde las puntas rocosas se hunden en el mar y la vegetación crece casi hasta el agua. El sendero, a ratos de tierra y a ratos rocoso, avanza entre el Mediterráneo a un lado y el talud ferroviario al otro. Aquí conviene parar un momento, dejarse acariciar por la brisa salada y escuchar el sonido de las olas rompiendo bajo los pies.

els colls

Uno de los grandes atractivos del recorrido es la Platja de l’Home Mort, considerada una de las primeras playas nudistas del mundo y hoy también un punto de referencia para la comunidad LGTBI. Llegar hasta ella requiere descender por un sendero entre la roca, pero la recompensa es única: un arenal aislado, aguas limpias y la sensación de estar en un rincón secreto. En verano, es casi obligado llevar bañador —o no— y darse un chapuzón antes de continuar.

Platja de lhome mort

Más adelante, el camino pasa junto a la Punta de la Desenrocada y la Punta de les Coves, donde se han encontrado restos prehistóricos, incluso un neandertal de más de 40.000 años. Saber que hace tantos milenios ya había vida aquí da otra dimensión a la caminata. Un poco más allá se alza la Punta Grossa, un mirador natural desde donde se divisa ya el perfil de Sitges, con su iglesia de Sant Bartomeu recortada en el horizonte.

El sendero sigue bordeando el mar, alternando pequeñas subidas y bajadas sin grandes dificultades. Quien madruga puede disfrutar de calas desiertas iluminadas por la primera luz dorada del día. Quien va por la tarde, en cambio, tendrá a su favor la brisa refrescante que suaviza el calor.

Punta de la desenrocada

El tramo final desciende suavemente hacia las primeras playas de Sitges, enlazando con su paseo marítimo. Allí, tras unas dos horas y media de ruta, la caminata culmina frente a la emblemática iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla, uno de los símbolos de la costa catalana.

iglesia sant bartomeu santa tecla

La logística es sencilla: si no quieres desandar el camino, basta con tomar el tren de vuelta a Vilanova en la línea R2, un trayecto de apenas 10 minutos. Conviene llevar calzado adecuado, agua y algo para picar, ya que solo hay un chiringuito en toda la ruta, el de l’Home Mort. Primavera y otoño son épocas ideales por el clima, aunque el verano ofrece la oportunidad de enlazar el paseo con un día de playa.

Y si queda hambre después de tanto mar, Sitges tiene una oferta gastronómica inagotable: desde chiringuitos donde tomar una cerveza helada hasta restaurantes en el paseo donde probar un arroz a la sitgetana. Antes de empezar, también es buena idea comprar un bocadillo en Vilanova y hacer picnic en alguna cala solitaria.

El Camino de Ronda Vilanova – Sitges es, en definitiva, una experiencia completa: naturaleza, historia, mar y gastronomía en apenas nueve kilómetros. Un plan perfecto para quien busca qué ver en Vilanova i la Geltrú más allá del centro urbano, o para el turista que quiere conocer la costa del Garraf a pie, a ritmo pausado, con el Mediterráneo como compañero de viaje.

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