Playa llarga (Ibersol) de Vilanova i la Geltrú
Donde el espacio se encuentra con la calma
Hay playas que te abrazan y no te sueltan. Otras que te hacen sentir libre como el viento. Y luego está Platja Llarga, que lo tiene todo para que te quedes un rato... o una vida entera.
Porque aquí el nombre no engaña: es larga de verdad. Más de kilómetro y medio de arena fina, aguas tranquilas y cielo abierto, como si el Mediterráneo se hubiera estirado solo para ti. No hay edificios altos que te tapen el horizonte. No hay agobio. Hay espacio. Y en los tiempos que corren, eso vale oro.
¿Para quién es esta playa?
Bueno, para empezar: para los que no soportan estar toalla con toalla en agosto. Pero también:
- Para familias que necesitan aire (y metros) para que los niños corran sin miedo ni pisotones.
- Para parejas que buscan su rinconcito sin que la música del vecino les arruine la siesta.
- Para gente mayor que quiere tranquilidad sin renunciar a un buen paseo por la orilla.
- Para solteros que disfrutan de observar el mundo en silencio... o lanzarse a conocerlo.
- Para el colectivo LGTBI+, que aquí encuentra un ambiente abierto, relajado y sin etiquetas.
- Para quien viene solo, con amigos, con perro o con ganas de pensar en voz baja.
Aquí no importa quién seas, importa cómo quieres sentirte. Y Llarga, como su nombre, te da espacio para ser tú.
Servicios, sí. Pero sin escándalos.
No esperes una playa con altavoces, DJ o animadores con megáfono. No. Aquí todo está pensado para que disfrutes del mar sin perder la paz:
- 🚿 Duchas repartidas a lo largo del paseo, siempre bien mantenidas.
- 🏖 Alquiler de hamacas y sombrillas en temporada, por si prefieres comodidad al estilo tumbona.
- 🏐 Algunas zonas montan redes de vóley, pero sin convertir la playa en un torneo de campeonato.
- 🧃 Chiringuitos discretos, los justos y necesarios, donde te puedes tomar algo sin tener que gritar para hablar.
- 🚻 Baños públicos a mano (y limpios, que es lo que cuenta).
- ♿ Accesos adaptados para personas con movilidad reducida, porque el mar es de todos.
Y lo mejor: hay espacio para poner la sombrilla sin invadir terreno ajeno. Porque la convivencia empieza por no clavar la sombrilla a medio metro del vecino, ¿verdad?
¿Dónde está exactamente?
Platja Llarga se encuentra en la parte sur de Vilanova, siguiendo el paseo marítimo hacia Tarragona. Es la que queda después de Ribes Roges y la del Far, cuando ya se va abriendo el paisaje, se ven más dunas y menos edificios.
Es una zona residencial, tranquila, con urbanizaciones bajas y mucha vegetación. La playa está dividida por espigones que la protegen del oleaje fuerte, lo que la convierte en una opción ideal para nadar con calma, practicar paddle surf o simplemente flotar sin pensar.
Y si eres de los que caminan, el tramo de arena da para paseos largos, de esos que terminan con una cerveza bien fría al atardecer. O con helado. O con ambos.
¿Tiene alguna estatua o monumento?
No, aquí no hay escultura famosa ni instalación artística. Y no le hace falta. La verdadera postal es el paisaje, con las montañas al fondo, el mar infinito y las gaviotas pasando como si también estuvieran de vacaciones.
Eso sí, si caminas hacia el norte acabarás llegando al faro y a Pasífae, pero en esta playa la protagonista es la naturaleza, no el mármol ni el bronce.
¿Tiene alguna distinción?
Sí, y con razón. La Platja Llarga ha sido reconocida con la Bandera Azul en varias ocasiones, esa que solo se da a playas con calidad del agua, servicios bien gestionados y respeto medioambiental.
En Vilanova se cuida mucho el litoral, y aquí se nota especialmente: limpieza, mantenimiento constante, accesibilidad... Lo justo y necesario para que tú solo tengas que preocuparte de no olvidar el protector solar.
Un poco de historia (porque todo tiene una)
La Platja Llarga no es una playa “nueva”, pero sí ha sido durante mucho tiempo la menos concurrida. Antes, cuando no todo el mundo iba a la playa en coche, era la zona donde iban los vecinos más cercanos, los que vivían en el barrio de Ibersol.
Con el tiempo, fue ganando fama entre quienes buscaban algo más tranquilo, menos comercial. Se convirtió en el “secreto a voces” de los vilanovins que preferían paz antes que postureo.
Hoy, aunque está en el mapa, sigue siendo un oasis. Un lugar donde puedes escuchar las olas sin que nadie te venda nada. Un sitio para estar, sin hacer nada más.
En resumen: una playa que no necesita gritar
Si Ribes Roges es la reina del verano vilanoví, Platja Llarga es su hermana zen. Menos alboroto, más espacio. Menos espectáculo, más autenticidad.
Es la playa a la que vuelves cuando has probado todas las demás. La que te acompaña cuando necesitas resetear. La que no presume, pero se deja querer.
Y si todavía no la conoces, ya estás tardando.
Llévate una sombrilla, un buen libro y pocas expectativas. Verás cómo te sorprende.